21 noviembre 2014

La perversión de la lógica; el enredo como estrategia organizativa.


Perversión: dícese del "envilecimiento o corrupción, sobre todo si son causados por malos ejemplos o enseñanzas". No nos vendría mal retomar, de vez en cuando, la lectura del diccionario. Digo esto porque quisiera comentar lo curioso que resulta que en diversas organizaciones y estructuras corporativas, la lógica del funcionamiento de las mismas se ha pervertido hasta el punto de justificar lo injustificable. 

Intentaré explicarme. Lo razonable es que una vez detectado un problema o planteado un objetivo sobre el que trabajar, se decida articular una serie de actuaciones con objeto de generar el correspondiente producto. Esto, que parece tan sencillo de explicar, es difícil de aplicar porque en determinados casos (he sido testigo directo e indirecto de ellos), se decide actuar (reunirse, por ejemplo) sin intención de culminar o producir nada sino porque es la única manera de justificar y perpetuar las estructuras (anquilosadas y absolutamente herrumbrosas) que persisten en muchas organizaciones. 

El impacto del trabajo realizado es mínimo (en sentido positivo) y desastroso, en el amplio sentido de la palabra. Consecuentemente, surge el problema de buscar, en ese momento, material para justificar dichas reuniones o eventos. El "drama" (y el ridículo más pasmoso) sobreviene cuando no hay manera humana de justificar esa actuación y tras sesudas reflexiones se llega a la conclusión de que es muy difícil encontrar una materia medianamente importante sobre la que trabajar. No sólo se pierde el tiempo, sino que sobreviene el hastío y el desánimo. Esto genera un malestar corporativo que enrarece el ambiente de trabajo hasta límites insospechados.

Hay personajes encastrados en las intrincadas ramas de muchas corporaciones que son especialistas en revolver y enredar lo obvio. Todo ello, en primer lugar, para beneficio de sus particulares posiciones y, podríamos pensar, para justificar una diligencia inexistente que les permita alimentar su ego el mayor tiempo posible. El ejercicio del poder, una vez más, enmascara la carencia de autoridad.

"El enredo de lo obvio como estrategia para sobrevivir en posiciones de poder con un déficit incomensurable de autoridad"




3 comentarios:

Sotriva dijo...

El poder por si solo se transfigura en una fuerza endeble, de ahí la necesidad de manipular la lógica. El que erige su autoridad sólo en base a la fuerza que es capaz de imponer, ése carece de autoridad real, no podrá ejercer una verdadera influencia sobre las conciencias. Podrá vencer pero no convencer. Así lo veo yo.

Unknown dijo...

Muy buena la entrada. Estos "personajes" no sólo se ven en el ámbito corporativo sino en muchos otros, como en el de las relaciones sociales y la amistad. Manipular para conseguir autoridad o atención trae muy malas consecuencias.
Un beso,Juan

Mila Gomez dijo...

Cuando te dejas llevar solamente por la lógica se puede ocasionar estropicios, y hay quién en todos los ámbitos de la vida, juegan con ella para controlar o manipular. La lógica sin sentimientos, no es una buena elección, que a mi me parezca.

Una estupenda reflexión, actual y para valorar.
Un fuerte abrazo Juan Antonio.

El tigre herido...