03 enero 2015

CSI, reflexiones sobre la buena gobernación de las organizaciones (4ª parte)



Proseguimos nuestra charla intentando retomar al general chino pero antes de entrar de nuevo a fondo en la doctrina y enseñanzas de nuestro admirado estratega, Paco sugirió un pequeño desvío sobre el camino trazado que nos iba a llevar a nuestro no menos apreciado Adriano, a través de la reputada pluma de Margarita Yourcenar. Paco, un miembro del Think Tank de especial talento, había pasado la mayoría de su vida profesional realizando labores diversas en el ámbito de la Educación y la Cultura. Era un amante de los clásicos y los citaba a menudo en sus comentarios. Nos trajo aquí un pequeño fragmento de las Memorias de Adriano, extraído del primer capítulo de la obra - Animula Vagula Blandula (Alma pequeña, confusa y suave)- que pasó a leer directamente del libro que extrajo de su cartera.



"No desprecio a los hombres. Si así fuera no tendría ningún derecho, ninguna razón para tratar de gobernarlos. Los sé vanos, ignorantes, ávidos, inquietos, capaces de cualquier cosa para triunfar, para hacerse valer, incluso ante sus propios ojos, o simplemente para evitar sufrir. Lo sé: soy como ellos, al menos por momentos, o hubiera podido serlo. Entre el prójimo y yo las diferencias que percibo son demasiado desdeñables como para que cuenten en la suma final. Me esfuerzo pues para que mi actitud esté tan lejos de la fría superioridad del filósofo como de la arrogancia del César. Los hombres más opacos emiten algún resplandor: este asesino toca bien la flauta, ese contramaestre que desgarra a latigazos la espalda de los esclavos es quizá un buen hijo, ese idiota compartiría conmigo su último mendrugo. Y pocos hay que no puedan enseñarnos alguna cosa. Nuestro gran error está en tratar de obtener de cada uno en particular las virtudes que no posee, descuidando cultivar aquellas que posee."

Nos quedamos sobrecogidos tras la lectura del fragmento, no tanto por su novedad -todos conocíamos la obra de Yourcenar- sino, más bien, por el agradable, aterciopelado y envolvente timbre de nuestro buen amigo que nos arrastró en cuestión de segundos a la antigua Roma. Se le notaba a leguas que había trabajado su voz a lo largo de los muchos años que había dedicado a la divulgación cultural en un programa de radio.

Sentado lo anterior, nos pareció interesante desviarnos de nuestro plan inicial para comentar el jugoso párrafo que nos había regalado Paco. Andrés sacó a colación la importancia de conocer a fondo a las personas con las que, en el curso de las gestiones diversas de cada día, teníamos que tratar. Una idea simple, preconcebida y cargada de prejuicios podría tener como efecto agilizar una gestión burocrática, sin lugar a dudas, pero desplazaba la parte humana de cualquier relación a niveles insignificantes, perdiendo la oportunidad maravillosa de considerar y abordar el problema planteado en su contexto humano y de recibir cierta información clave para su resolución que no se llegaba a sustanciar, casi nunca, en documentos o escritos oficiales.

Además, terció Pepa, un buen líder se caracteriza por conocer a fondo las virtudes, defectos y potencial de aquellos que trabajan con o para él y consigue optimizar los recursos a su disposición, evitando el trabajo infructuoso de pretender sacar algo de alguien cuando esa cualidad no existe en su rango de habilidades. Planteó, emulando a nuestro emperador Adriano, que uno de los factores claves para la buena gestión directiva consistía, simple y llanamente, en la capacidad de escuchar. Escuchar intensamente a todos aquellos que tuvieran una opinión que transmitir sobre determinado asunto y no exclusivamente a los autodenominado expertos. Abundó en su razonamiento expresando su idea de que no merecía la pena gastar el tiempo y la energía pretendiendo encender la llama de personas refractarias o reacias a participar activivamente en cualquier proyecto. Si ese potencial inflamable no estaba dentro de la persona, difícilmente podría nadie provocar la ignición y entrega para desarrollar la tarea que debía desarrollar.

Pero eso que comentas, intervino César, ni es fácil ni sencillo. Además, no surge de la nada, ya que son pocas las personas que tienen, a priori, esa excelente disposición de ánimo para desarrollar proyectos o actividades. 

Por supuesto, le interrumpió amablemente Pepa, claro que no surge de la nada. Ahí reside, precisamente, una de las mejores cualidades del líder, la capacidad para generar buenas relaciones humanas y cultivarlas a lo largo del tiempo. Éstas, si se han trabajado a fondo, nos permitirán obtener el nivel de compromiso personal cuando sea necesario obtenerlo de cada uno de nuestros colaboradores. El terreno estará abonado suficientemente para que con un riego adecuado, florezca cualquier proyecto. Si no has invertido el tiempo necesario en construir buenas relaciones humanas, todo lo que tienes es una pistola, afirmó. Pistola que podrás usar para amenazar y hacer daño, pero no para construir algo que merezca la pena. La fuerza de la coacción o el miedo es efímera y no genera compromisos internos en los trabajadores; no se consigue la adhesión a ningún proyecto o línea de trabajo. Consecuentemente, terminó su alocución, la persona que ejerce inteligentemente el liderazgo de cualquier grupo humano tiene que invertir mucho tiempo en cultivar y desarrollar esas relaciones con las personas de su entorno. A título de ejemplo, nos confesó que ese día se encontraba un tanto "perjudicada", ya que la víspera habían tenido un almuerzo de confraternidad entre la sección que ella dirigía. Almuerzo que devino en merienda, cena y copas, lógicamente, pero que permitía reforzar las buenas relaciones humanas entre las personas que trabajaban en un mismo frente de guerra al tiempo que desbrozaban los malos entendidos que pudieran haberse producido y que en un contexto oficial más rígido y deshumanizado podrían consolidarse y llegar a cristalizar en bloques de cemento que imposibilitaran una buena y fluida relación de trabajo.

Aproveché un despiste de Pepa para intervenir. Cuando mi buena amiga se pone a charlar, no para. Es, como ella dice, un volcán en erupción cuando se encuentra en buena longitud de onda. Si la conocieran en el ámbito profesional, a buen seguro que no llegarían a tener esa impresión ya que su carácter era diferente cuando ejercía de líder de su departamento. El caso es que, comenté, todo ello nos puede llevar al concepto de "cultura" de la organización ya que éste se convierte en el motor que alimenta y nutre el funcionamiento de la misma. Es la fuerza que subyace a cualquier cosa que sucede dentro de los muros de cualquier institución o corporación. Aporta energía y poder a todos aquellos comportamientos laborales que definen nuestra idiosincrasia como grupo, quiénes somos y qué pretendemos hacer. Es una cuestión absolutamente crítica y necesaria para el ejercicio del buen liderazgo la participación activa en la definición, creación y desarrollo de la cultura. El buen liderazgo se caracteriza fundamentalmente por su capacidad de influencia y mobilización de la gente para alcanzar objetivos comunes. Esto se produce, enlazando con la intervención de Pepa, a través de  las relaciones humanas que se forjan.

Pepa no podía contenerse por lo que la dejé proseguir. Sí, por ello la eficiencia, calidad de servicio y flexibilidad que obtienes de las personas se basa fundamentalmente en las relaciones que mantienes con ellas. La idea, a este respecto, es dedicar tiempo y esfuerzo a construir unas buenas relaciones humanas que permitan a todos aquellos que se encuentran en el marco de tu esfera de influencia florecer y dar generosos frutos. 

Las imágenes y metáforas botánicas, una vez más, venían como anillo al dedo para explicar de manera fluida nuestras ideas acerca del funcionamiento de las organizaciones y grupos humanos.

Pero esas relaciones humanas, continué,  no deben ser tan rígidas que impidan que fluya toda la capacidad de esas personas ya que nuestra mente necesita espacios no sujetos a tanta presión ni control taylorista para poder pensar de manera creativa. Necesitamos esas lagunas propias para poder pensar profunda y completamente. Consecuentemente, todo debería de poder encajar en un puzle donde tienen que existir necesariamente rutinas organizativas que nos permitan un margen razonable de seguridad y sistematización, al tiempo que ofrecer espacios donde la presencia de un cierto "caos" organizado nos permita crear y prestar un mejor servicio.

Pepa prosiguió -esto parecía un mano a mano entre nosotros- mostrándose entusiasta con la línea de mi argumentación y comentando que de la misma y de todo lo anterior se podría desprender el corolario de que necesitamos líderes que puedan tolerar la incertidumbre y la imprecisión al tiempo que sean capaces de mantener un razonable grado de estabilidad en torno al caos. Difícil pero no imposible desideratum; todos estuvimos de acuerdo.

Paco, que había seguido con interés todo el debate y reflexión suscitada por sus primera palabras, nos comentó que en su vida profesional había pasado por muchas situaciones y que últimamente había intentado resumir en frases cortas aquellos rudimentos básicos que él, como colaborador, subordinado y, eventualmente, sufridor, le pediría a cualquier directivo o líder de un proyecto. Le animamos a que nos trasladase algunas de sus conclusiones, a lo que accedió gustosamente. 

Para liderar intencionalmente y con solvencia, Paco dixit, es preciso que las personas que ejercen dichas responsabilidades reflexionen y sean capaces de contestar honestamente a estas cuestiones:
- ¿Qué tipo de ambiente laboral se crea en sus relaciones con otras personas?
- ¿Tiene claras sus intenciones?
- ¿En qué medida está abierto a considerar su propio aprendizaje?
- ¿Hace, realmente, lo que dice que tiene intención de hacer?
- ¿Cómo cree que le describirían los demás como líder?
- ¿Por qué se dedica al trabajo que realiza?

Preguntas muy interesantes que dejan abiertas muchas líneas futuras para su desarrollo. Quizás profundicemos en ellas en algún momento. Ahora sí, tras darnos cuenta de que habíamos olvidado vergonzosamente la encomienda que nos hicimos de retomar a Sun Tzu, procedimos a retomar al Maestro. Les seguiremos contando...

Continuará...

"El buen ejercicio del liderazgo pasa necesariamente a través de la senda que nos permita cultivar y desarrollar unas buenas relaciones humanas."  @WilliamBasker





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