20 julio 2015

VOIX


Conseguí recordar tu cálida voz, que se había llegado a convertir en la mejor música que mis oídos llegaron a escuchar nunca. Acariciabas con los suaves matices que susurrabas sin aparente esfuerzo aquellas sílabas informes y las convertías en pura esencia de tu espíritu, impregnada con aromas frutales y delicados.

El timbre de tu voz, regado con suaves y profundos armónicos que acompañaban dulcemente la melodía de tus palabras, me abrazaba sin quererlo; me envolvía en una suave bruma de la que me resistía a escapar.  Más que voz, eras eco. Resonabas en mis tímpanos mucho tiempo después de haberte escuchado. Era algo que no podía ni quería evitar.

Tus risas, hermosas y llenas de vida, acompañaban el recuerdo de tu ausencia. Creo que me acostumbré a la soledad gracias a que pude evocarte sin apenas esfuerzo. Mi infierno se convirtió en suave bálsamo gracias a la evocación de tus palabras. Es curioso, a pesar de los años que han pasado desde la última vez que me regalaste tu aroma y tus risas. Algo debió quedar trastocado en mi frágil cerebro, hasta el punto que no consigo desprenderme de la musicalidad que transpirabas.

Si tu imagen me ha acompañado en este caminar, la trepidante mezcla de tus risas, tus sollozos y los susurros que deslizabas en mis entregados oídos, dejaron una huella indeleble en mi alma. Me han acompañado más durante mi tránsito por este valle de lágrimas que otras mujeres que me entregaron su cuerpo, desligado de esas virtudes y atributos que tú me regalabas sin saberlo.  Que ahora, al evocar los últimos instantes de mi existencia, consiga inhalar de nuevo tu perfume, me deja sin aliento. Aquella fragancia que evocaba a oriente y que tenía matices de madera fresca y exótica, conseguía estimularme los sentidos sin que te lo propusieras. 

Estás viva porque vives en mí. Estoy vivo porque te llevo dentro. Moriré, ahora lo sé, el día que mi memoria me prive de esos recuerdos; de esos retazos intangibles de tu alma. Mi cuerpo, decrépito y marchito, hace tiempo que me abandonó. La última derrota de mi nave me llevará a un cielo donde pueda escuchar eternamente tu voz...






9 comentarios:

encantadoradecuentos dijo...

Precioso relato, muy evocador y lleno de amor. AUnque un poco triste. Pero, ¿qué es el amor si no va acompañado de algo de tristeza? Precioso. Un besillo.

Unknown dijo...

Eres asombroso, amigo mío. Tienes un arte natural para cambiar de registro tu prosa sin restarle ni un ápice de amor y calidad. Te felicito +juantobe1.
Un besazo.

Fe r dijo...

Se pueden olvidar muchas cosas, pero hasta la más cruel enfermedad que atenta contra la memoria no logra borrar las melodías y las voces más amadas de una vida.

Bello relato!

Un abrazo!

Fer

Mila Gomez dijo...

Es precioso!!! Cuanta ternura destilan tus palabras. Ese recuerdo imborrable de alguien que se ha amado tanto y que vivirá con uno a pesar del tiempo y la distancia. genial este micro amigo mio.Un fuerte abrazo.

Bárbara Massari dijo...

"Estás viva porque vives en mí. Estoy vivo porque te llevo dentro"
Esta frase me marcó, simplemente hermoso, ¡me gustó mucho!

José Ángel Romano dijo...

Hermoso relato. ¡Me encantó!Un abrazo.

Marina dijo...

Que relato tan precioso y enternecedor amigo!!! Es un enorme placer leerte Juantobe. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Es hermoso por si solo, sublime, sentimientos a flor de piel que provocan sensaciones. No hace falta decir más. Gracias por esa creación

Claudia Patricia Arbeláez Henao dijo...

Muy bello.

El tigre herido...